Relato de la creación desde la fe y la ciencia

En un principio, creó Dios las partículas elementales, los quarks y los antiquarks en número asimétrico. El universo de límites infinitos era algo caótico, llenó de luz a una gran intensidad, y la temperatura era muy superior a los miles de millones de grados Kelvin. Mientras el Espíritu de Dios aleteaba en el infinito del universo. Dijo Dios: “Que esta inmensa y caótica masa de gas de densidad infinita, empiece a descomprimirse y enfriarse”. Y así sucedió.


Empezó en ese momento el lentísimo proceso de expansión por dilución. Dijo Dios: “Que a partir de este momento, estas partículas elementales se agrupen y asocien formando galaxias y más galaxias, planetas y más planetas, estrellas y más estrellas hasta que su número sea incontable, y lo hagan siguiendo las leyes que su propia naturaleza dicte”. Y vio Dios que todo estaba bien.


Dijo Dios: “Escojo como morada privilegiada este planeta, la Tierra”. Y así sucedió. Sobre la Tierra, siguiendo el proceso natural de evolución, nunca alterado pero siempre guiado cuidadosamente por Dios, surgieron los primeros protoplasmas vivientes con capacidad de sobrevivir y reproducirse. Dijo Dios “Que la evolución continúe”. La bendijo y así sucedió. Surgió sobre la superficie de la tierra el verdor: hierbas de semilla y árboles que dan fruto con la semilla dentro, según su especie. Y vio Dios que estaba bien. Dijo Dios: “Permito que el proceso natural de evolución continúe para que en las aguas hallan seres vivientes y las aves vuelen sobre la tierra en el firmamento celeste”. Y así sucedió.


Y los grandes seres marinos y los seres vivientes surgían de las aguas según su especie, y las aves según su especie fueron reproduciéndose, adaptándose y, a través de las mutaciones genéticas sufridas, fueron evolucionando en especies cada vez más complejas. Los bendijo Dios y vio que todo estaba bien.

Y así fue como la tierra se llenó de ganados y seres vivos según su especie.

Sintió Dios un amor infinito y entonces dijo: “Que continúen evolucionando las especies hasta que aparezca el género humano, que es tal el amor que siento por ellos que será mi única imagen y semejanza. Y serán ellos los únicos que dominen sobre los peces del mar, en las aves del cielo, en los ganados y en todas las especies sobre la tierra”.


Y así fue que aparecieron sobre la tierra el hombre y la mujer, la única imagen de Dios sobre la tierra. Y así fue. Vio Dios todo cuanto había hecho, y he aquí que estaba muy bien. Y sucede que habían transcurrido veinte mil millones de años.


Por José Luis Moreno Aranda.      




Bono

Libro Dios y la ciencia



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